martes, 7 de diciembre de 2010

Sequías emocionales

Si fuera heterosexual, mi vida sexual sería mucho más interesante. En mi tierra, los hombres llueven, me inundan. Yo abro el paraguas para no empaparme de ellos, me pongo el sobretodo impermeable y me echo a andar por las calles de la vida. De mujeres, en cambio, hay sequía crónica. Y eso me pasa por no frecuentar las ciudades húmedas, aquellos sitios donde sé que encontraría la caricia de sus gotas. Digo que hay sequía, pero, en realidad, alguna que otra lluvia pasajera humedece estos pagos, pero no es lo suficientemente consistente como para que aquí crezcan campos rebosantes de flores y frutos. O a veces viene el riego artificial, ese que me gusta recibir pero sé que no es para mí, porque sé que merezco naturales y abundantes aguaceros. Quizás la falla sea que sigo esperando con el paraguas abierto en lugares cerrados. Y eso que no soy supersticiosa.

(Después de decidir que no le hablaría más porque no hay, para mí, peor pesticida que las vueltas, volvió a revolotear por los aires la mujer monocromática, la jazzera del saxo, la que parece siempre colgada de una nube. Parece que tiene ganas de que nos conozcamos el jueves de la semana que viene. ¿Aguacero o lluvia pasajera?)

2 comentarios:

  1. Genial! me encantó, y me siento en la misma situación. muy bueno

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  2. Bueno, muchas gracias! Y esperemos que no persista esta situación..

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hacen los coros