martes, 29 de marzo de 2011

Quel laboratoire!


Sábado 10 am en el Centro Armenio de Palermo para empezar con las clases de francés. Esperando encontrarme gente copada de una vez por todas en este Laboratorio de Idiomas -que parece más bien un laboratorio de experimentación científica, por el tipo de gente que me suelo encontrar-, llegué a horario y mi módulo era el único que no tenía aula asignada. Me dirijo de nuevo a la secretaría. La señora me dice que espere en el patio, que todavía no llegó la profesora. En la espera, voy descubriendo a mis compañeritos. Dos señoras, una psicóloga de 60 y otra jubilada de alrededor de 70 que venía vestida con raqueta en mano para irse después a jugar al tenis, se encuentran y se saludan a los gritos. Se vé que se conocían de otros módulos. Al lado mío, un tipo de más de 35 años, ingeniero agrónomo, me mira y me dice: "¿No vino la profesora todavía? Ya son 10:10, ya no viene." Yo le digo: "No, parece que no vino. Igual, por diez minutos, no creo que no venga. Se le habrá hecho tarde". Y dice:  "¡No puede ser, yo organicé toda mi semana para venir acá!" (Yo pensando: pará un poco, chabón, tomate las cosas más tranquilo!). A los dos minutos viene la profe. "Allons, allons à la clase". Hasta que nos encontraron el aula, pasó como media hora.
Cada uno tuvo que describirse, por supuesto, en francais. "Je suis une folle. Je ne suis pas mariée, je n'ai pas des infantes, j'ai un copain très fou, comme moi". Así se describió la setentona. ("Soy una loca. No estoy casada. No tengo hijos. Tengo un novio que está igual de loco que yo"). Qué personaje, pensé.
El ingeniero agrónomo es bastante reservado y racional. Y dijo estar "très content de s'être divorcé il y a 8 àns".
Después llegó una de 25 años, a punto de recibirse de farmacéutica. Parece más chica de lo que es y esa gente bastante aburrida.
En fin. Para cerrar la clase, me juntaron con la de 25 y la de 70 y tuvimos que elaborar una publicidad sobre unas catedrales de Francia. Cuando terminamos, la de 70, sentada bien cerca, me agarra la pierna y me dice: "¿Quién lee?" "No sé..que lea ella", le dije. Me vuelve a mirar y me dice: "Chèrie, yo soy muy toquetona, pero mirá que no soy lesbiana!". Me reí por dentro y le dije "Y qué tiene si lo es, yo lo soy". La vieja se quedó chata.
La clase terminó y me fui pensando..quel laboratoire!

viernes, 25 de marzo de 2011

Se cansó, me cansé

Es cierto. Ya suficientes quilombos tenía como para agregarse uno más a la lista. Y tiene razón. Con secuelas de endocarditis bacteriana sufrida en el 2006, lo operan el 25 de abril del corazón. Tamaña preocupación era demasiado como para cargar con el hecho de salir con una lesbiana. No pudo soportarlo, me dijo.  Y yo no pude soportar que él analizara cada cosa que yo decía. Se cansó. Me cansé. Nos cansamos.

miércoles, 23 de marzo de 2011

El chico de Metrovías

Ocurrió hace tres meses, aproximadamente. Era conducida por la rutina hacia la estación Constitución de la Línea C del subte. Llegué al molinete y escuché una voz desconocida que me gritó: "¡Laura!". Miré hacia atrás y era un chico vestido de Metrovías, completamente desconocido. Lo miré fijo y le pregunté: "Eh! ¿Cómo sabés mi nombre?". Y él me dijo: "Ah! Ah!" con un halo de misterio. Me subí en el vagón sin entender. Definivamente no lo conocía. Se me ocurrió algo: quizás, se me veía la tanga y por eso me dijo Laura. De repente, empecé a reírme sola cuando me miré en el vidrio de la ventanilla: tengo una cadenita con una L colgando. El pibe había adivinado, nomás. 
Desde enonces, cada vez que paso por el molinete, escucho: "Hola, Laura", "Adiós, Laura", "Hasta mañana, Laura". Nunca lo miro. Me río por dentro, nomás. 
Pero hoy, cuando bajé las escaleras del subte y descubrí la fila de 10 metros para sacar el pasaje y escuché el mágico "Laura...", miré hacia los molinetes y estaba el chico haciéndome una seña de "Vení". Me acerqué y me dejó pasar por la puerta. Hay veces que una se tiene que aprovechar de estas circunstancias.         

jueves, 17 de marzo de 2011

Staying alive

Bueno, evidentemente, si estoy escribiendo acá, en la comodidad de mi hogar, significa que estoy viva. Que hoy sobreviví. Nunca me había pasado antes. Incluso fui precavida: miré para el costado, nadie doblaba en Montes de Oca. Ya estaba pensando en cualquier otra cosa cuando sentí que un 168 se me venía encima, y efecivamene lo hizo. Me dio en la cadera, me hizo saltar y caer con el lado izquierdo del cuerpo. Todo pasó en cámara lenta. Una señora, a lo lejos, gritó. Yo me quedé hecha una oruga en el asfalto, temblando, pensando que, milagrosamenee, estaba viva. Me levanté y llegué a la esquina. Una señora traía en su mano mis anteojos: ni me había dado cuenta de que se me habían volado. "Es como si revivieras", me dijo la señora, preocupada. ¿Querés que te lleve al hospital?, me ofreció el pelotudo del colectivero. No, está bien, respondí con voz temblorosa. Y seguí caminando hacia la nueva sede de Sociales, en Constitución, preguntándome si era yo o un espectro la que estaba caminando como si nada por la calle Lima.  


Cosa aparte: para quienes mañana estén al pedo entre las 21 y las 23 y tengan ganas de escucharme -a mí o al especro, quién sabe-, fui invitada al programa Temporada de Chongos, en La Radio Rebelde.            

sábado, 12 de marzo de 2011

Un poco de seriedad

Comparto este documenal, que lo hicimos con mis amigos de la UBA para la materia Taller de Expresión II, cátedra De Carli.