miércoles, 6 de octubre de 2010

Autoestimulación

Recupero mil placeres con mi hemisferio izquierdo. Luego, del otro lado, nada consigue sorprenderme. Todo es puro suspenso, porque puedo anticipar lo que vendrá, pero no de qué manera lo hará ni qué vendrá luego.
Tan abstraída de todo y, a la vez, tan encarnada mentalmente, las vivencias auténticas nunca logran sorprenderme. Todo está bien adentro, recuperado de un afuera. Luego, cuando hay afuera, nada revoluciona mis adentros. Mi placer es mi mente. Mi mente es mis ojos. Mis ojos son pura fachada. Pero las fachadas sólo me fascinan si las reconstruyo con la mente.
Podría no depender de nada ni de nadie y elaborar, con negativos cerebrales y técnicas aprendidas empíricamente, todo un proyecto de film autobiográfico. Con guiones de conversaciones ya tenidas y actores -conocidos por mí, o no- podría (re)elaborar sensaciones para deleitarme, sola. Podría extraer escenas de relaciones obsoletas y el tacto de alguien aplastado por el tiempo para armar largometrajes dramáticos, pornográficos. Podría dejar de vivir y volverme mera espectadora. Podría dejar de actuar y sólo montar, sólo ser directora. Podría fascinarme con comunidades excéntricas, lujuriosas, sedientas, y seguir siendo un solitario y egocéntrico coleccionista que adora su cuidada filmoteca. Pero espero mucho más.



Texto de hace algunos meses que, sin dudas, sigue teniendo vigencia.

2 comentarios:

  1. pasa que convertirse en director es un poco un trastorno, con el tema de los gremios y eso. al margen: a veces pienso que estoy versionando recuerdos en el presente, así que ya se empieza a confundir cuál es el adentro y cuál el afuera.

    ResponderEliminar
  2. Yo tengo épocas, pero hay veces que no puedo evitar reciclar el afuera y procesarlo adentro para pasar gratos momentos de ficción.
    Y sí, no me gustaría dirigir, pero no por los benditos gremios, sino que prefiero actuar, vivir el ahora, pero sin guiones que estudiar previamente.

    ResponderEliminar

hacen los coros