sábado, 15 de septiembre de 2012

Descloseteando San Rafael II


 -Buen día. Yo había hecho una reserva a mi nombre...
La empleada del hostel me miró a mí primero, a Dana después y, finalmente, dijo:
-Ah, sí. Si quieren, dejen las cosas en ese cuartito y vuelvan a entrar a las 10.30, que es la hora del check in.

Aceptamos y salimos a caminar por las calles heladas de San Rafael, Mendoza, buscando algún bar donde desayunar. Dos cosas sorprendieron: a nosotras, la escasa cantidad de gente fumando en las calles; a los sanrafaelinos, dos mujeres de veintipico caminando de la mano.
Nosotras pertenecemos a esa generación de lesbianas que salió del armario al ritmo de los noticieros que hablaban de la aprobación de la ley de matrimonio igualitario, al compás de la proliferación cada vez mayor de series lésbicas, tanto extranjeras –y su basura inverosímil,  The L World-, como la de la primera serie lésbica argentina, Plan V; salimos del closet en una época en la que el suplemento Soy ya existía, en la que los floggers –con Cumbio a la cabeza- ya habían marcado una especie de “moda” homo o bisexual y en la que series comerciales de canales abiertos como El elegido ponían en escena una relación lésbica para ganar rating. Una época en la que caminar de la mano por la ciudad de Buenos Aires  ya no generaba  sorpresas ni miradas de costado.  
Pero caminando por San Rafael nos percatamos de que no estábamos en Buenos Aires. Miradas sorprendidas de mujeres con cochecitos de bebé, miradas de adolescentes que se pararon en una vidriera de un negocio cerrado para mirarnos pasar entre risas, miradas curiosas de hombres en salas de videojuegos. Ni hablar de que no vimos ni una sola pareja homosexual caminando de la mano por la ciudad en todas las vacaciones.
Pero la frutilla del postre no  vino hasta el viaje en micro de regreso a Buenos Aires. Yo me había quedado dormida y me desperté con el asiento de al lado vacío. Recordé que Dana me había comentado que antes la habían dejado ir a fumar a la cabina del conductor, por eso supuse que debía estar ahí. Corrí la cortina y ahí estaba ella, charlando con el conductor y su acompañante, un riojano que antes había lanzado la clásica pregunta de confirmación: “¿Son hermanas?”. Me ofrecieron que me sentase y siguieron la charla. El riojano se excusó:
-Yo puedo entender que entre dos mujeres…pero no entre hombres. Un hombre que está con otro, no es hombre.
Podría haberle respondido que un hombre que no puede estar con quien de verdad le da la gana no es un hombre, o podría haberle preguntado qué significaba para él ser un hombre, pero no valía la pena discutir con alguien que pensaba que si Menem no se hubiera retirado del ballotage en 2003 –según él, lo hizo porque lo habían amenazado con asesinar a Zulemita si no lo hacía- hoy estaríamos mucho mejor.    

3 comentarios:

  1. hola, me gustó el relato. no te gusta plan v? no entendí.
    saludos!

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  2. No, no!! La crítica fue a The L world!! Plan V me re cabe! Me hizo morir de risa!

    Me alegra que te haya gustado!

    Besos!



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  3. Che, recién me metí en la página y vi que quieren preparar una tercera temporada. Por el momento estoy sin laburo, así que si necesitan alguna ayuda, me chiflan. lesbienentretenu@gmail.com

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hacen los coros