A mí quién me entiende. Dejé de fumar. A la gran mayoría le pasa que, cuando abandonan aquella adicción, inician una nueva: comer de más. Bueno, puede ser que esté comiendo más y que estos últimos meses haya aumentado unos 3 kilos. Pero lo más extraño es que dejé de fumar y retomé una práctica que pensé que nunca retomaría: empecé a salir con un hombre. Sí. Hasta me cuesta decirlo. La cosa es que me siento bien, bastante bien, diría yo. Y eso es lo más extraño.
No sé en qué mierda desembocará todo esto, porque si hay algo de lo que estoy segurísima, es que de 10 personas que me pueden atraer, 9 son mujeres y 1 un hombre. Pero bueno, me vine a enganchar con uno. Y tengo miedo. Tengo miedo de lastimarlo por terminar dándome cuenta de que los hombres no son para mí. Tengo miedo de coger -sí, todavía no cogimos- y que no me guste. Pero lo que más miedo me dio es que con él percibí ciertas actitudes que parecían casi calcadas de mi último novio. ¿Son tan parecidos los hombres entre sí cuando están con una mujer? ¿O es que yo elijo un patrón determinado sin darme cuenta? ¿Por qué ellos son tan diferentes al tipo de mujer que me gusta?
No quiero parecer una mina demandante. Todo lo contrario. Pero ellos son así porque les gusta complacer: si digo que me gustaría hacer tal cosa, la hacen. Si me gusta tal cosa, me la compran. Y es lindo sentir que el otro se preocupa por una. Me gustaría haber percibido ese tipo de actitudes de parte de las mujeres con las que estuve, pero no fue así. En ese caso yo me sentía la que intentaba complacer a la otra, la que le regalaba una golosina o que iba al lugar que la otra quería.
Después de pasar una noche juntos, los hombres se levantan, van al baño, se lavan la cara, los dientes, y vienen mientras estás acostada, te dan un beso en la cara y se quedan sentados al borde de la cama, observándote con una sonrisa. Cosa que no me ha ocurrido con las chicas. Ojo, no quiero hacer generalizaciones ad hoc, pero es lo que me ha ocurrido a mí. Ojalá hubiera tenido otra suerte con ellas.
Ellos quieren ir de mi mano por la calle siempre -y debo decir que tengo cierto resquemor a hacerlo, todavía-. Cuando estoy con ellas, yo soy la que siempre quiere agarrarles la mano.
Ellos me buscan a mi, dan el primer paso. Yo siempre las termino buscando a ellas.
Pero eso es lo que más me sorprende: cómo cambio yo según el sexo de la persona con la que estoy.